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Hoy en Zumba... Capítulo 18

1) Llego a la ciudad deportiva con cara de regocijo. Me miro en el espejo interior del coche para asegurarme de que tengo esa cara de regocijo. Mi cara de regocijo se debe a que he tomado una decisión drástica y esta noche recojo los frutos. Se trata de ustedes, amables y fieles lectores de estos relatos. Hoy ustedes, y solo ustedes, podrán leer el capítulo 18. He creado una Lista de Facebook llamada “Lista de Zumba”. Solo el medio centenar de personas incluidas en dicha lista podrá leer este relato. Esa es la razón y la causa de mi cara de regocijo.

2) Entro y miro fijamente a la chica de recepción. Se ha cortado el pelo. Me mira y me saluda con un gesto. Otras veces es mucho más efusiva. Hoy está muy seria y eso me extraña, pues normalmente está sonriendo con una sonrisa infinita y regalando frases acarameladas a todo el mundo. Aparte del corte pelo, se ha hecho más cambios. Por ejemplo, también se ha cortado las uñas. Y está morena. Muy morena. Probablemente se ha sometido a rayos UVA. Me acerco y la miro con mucha atención. Su nariz está mucho más ancha, igual que sus pómulos. También se ha puesto lentillas de colores. Los labios son más carnosos. Concluyo que se ha hecho la cirugía estética. Sigo adelante.

3) Atravieso el torno sin dificultad. En el pasillo me encuentro con una amiga que sale de Pilates. Me dice que tiene un problema con la tarjeta. No le pasa por el lector del torno.

-Pues a ver si la chica de recepción te ayuda, porque hoy está muy seria.

-Es que es nueva. Hoy es su primer día. Cuando vine no sabía cómo abrirme el torno desde recepción y tuvo que venir a abrirme por la entrada de minusválidos.

-¿Es… nueva? Con razón le notaba algo raro –respondo y me voy rápidamente.

4) Entro en la sala. Ya casi es la hora. Compi Zumbi no está. Ni está ni se le espera. La caída del jueves fue lo suficientemente grave como para tenerlo apartado algunas sesiones. Las chicas están aprovechando la ausencia de Compi Zumbi para despellejarlo.

-¡Hola! –saludo a las chicas y noto sus risitas.

-Hola. Estábamos hablando de edades.

-¿De edades?

-Sí. Estábamos diciendo que…

Me explican con detalle cómo despellejan a Compi Zumbi. Estaban “jugando” a adivinar su edad. Según sus deducciones, resulta que… Vamos, que le han puesto a Compi Zumbi unos diez o quince años más de los que aparenta. Con toda la malicia que tienen dentro, son tan retorcidas que consideran que Compi Zumbi aparenta muchos menos, pero es muy mayor. También comentan que es normal que tenga achaques y que una simple caída tonta lo aparte de la alta competición. Se descojonan como locas ante sus propias ocurrencias. Yo también me descojono como una loca. Qué hijaputas somos.

5) La monitora nos mira con cara de fiebre. Creo que tiene fiebre de verdad. Hay caras que no se pueden disimular. Enchufa la música a todo meter. Empezamos con Chayanne. Siempre empezamos con la canción de Chayanne. La primera canción no falla. El resto va saliendo aleatoriamente, creo. Salvo que la monitora se ponga a trastear.

6) Como cada vez soy más experta en la canción de Chayanne, soy capaz de hacer varios pasos de manera autómata, sin pensar lo que hago, lo cual permite que mis neuronas hagan dos cosas a la vez. ¡Ya soy capaz de cantar mientras bailo!

-Saltar las murallas de Car-tagenaaa, solo por ti mi nenaa.

Las chicas me miran y sonríen. Yo las miro y… me enfado. Me enfado porque acabo de darme cuenta de algo. Por cierto, al ser capaz de “darme cuenta de algo” concluyo que he alcanzado la excelencia con la canción de Chayanne. Y es que soy capaz de hacer tres cosas a la vez: bailar, cantar y darme cuenta de cosas. De lo que acabo de darme cuenta es de que, cuando llegué, no supe interpretar las risitas de mis compis. Estaban hablando de edades. Estaban jugando a las adivinanzas con la edad de Compi Zumbi. Por pura lógica, también habrán jugado a las adivinanzas con mi edad. ¡Y no se atrevieron a decírmelo!

7) La monitora sigue bailando con fiebre y todo. Nosotras la seguimos. Yo bailo cada vez peor por dos razones. La primera es porque no sé bailar ninguna otra canción tan bien como la de Chayanne. La segunda es porque me he quedado preocupada con la idea de que mis compañeras me han despellejado y, las muy cínicas, han disimulado. Odio a mis compañeras tanto o más que a las personas que no han leído mis novelas ni tienen intención de hacerlo.

8) Acaba el baile. Estoy cansada, preocupada y feliz. Cansada por el esfuerzo, preocupada por el jueguecito de las edades y feliz porque todavía estoy celebrando mi CAZ (Certificado de Aptitud para Zumba).

9) Me acerco a las chicas juguetonas. Me da un poco de corte, pero pienso en mis lectores y me atrevo a formular la pregunta. Mis lectores de la Lista de Zumba se merecen una aclaración.

-Oigan… Antes hablaban de edades. ¿Qué ocurre conmigo? ¿Cuántos años me han calculado?

Mis compañeras se bloquean. No esperaban este contraataque. Se miran entre sí. Finalmente una se atreve a responder. Y lo que me responde es mermelada. Me refiero a la edad que aparento según ellas. ¡Me han quitado a mí los diez años de más que le pusieron a Compi Zumbi! Cuánto quiero a mis compis. Sí. Apuntarme en zumba es una de las cosas más grandes que he hecho en mi vida.

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