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Hoy en Zumba... Capítulo 5

1) Hoy llego a la ciudad deportiva bastante preocupado. Creo que tengo un problema tan serio que debería consultarlo con un terapeuta. Se trata de mí y de la visión que tengo de mí. Empezó poco a poco, pero con el paso de los días y del ejercicio sano, me siento arrebatadoramente sexy. Tanto que estoy convencido de ello.

Antes me sentía sexy. Simplemente sexy. Pero ahora… La diferencia entre sentirse (o saberse) sexy y sentirse arrebatadoramente sexy es brutal. Sentirse sexy puede ser, incluso, una buena terapia para tu propia autoestima. Pero sentirse arrebatadoramente sexy puede indicar que tienes un serio trastorno mental que va mucho más allá del simple narcisismo. Sí, querida lectora y querido lector de estos relatos “HOY EN ZUMBA…”. Tal vez estás leyendo unas lecturas y unas reflexiones esquizofrénicas de un palindromista trastornado. Igual también tú deberías hacértelo mirar por leer estos relatos.

2) Cruzo la entrada y saludo a la recepcionista. Paso la tarjeta por el lector y funciona sin ningún problema. A la derecha, en el gimnasio, veo a un hombre joven levantando unas pesas tan grandes que me pongo a sudar de la impresión. Solo el imaginarme a mí levantando una de esas pesas hace que mi cuerpo se estremezca y que mi cuello se contorsione. Oigo crujir mis cervicales en señal de protesta. Me aprieto fuertemente el cuello, hago fuerza con la mandíbula, y, con la piel erizada, sigo hacia la sala de zumba.

-¡Puto musculitos presumido! ¡Ojalá pilles una intoxicación con los anabolizantes! –murmuro mientras entro en mi destino.

3) Me miro en el espejo. Estoy radiante. Observo mi estilizada figura con veneración. Pero me viene a la cabeza una imagen mía, acostado en el diván de un psiquiatra, y me sube el reflujo hasta la membrana pituitaria. Sin embargo, reparo en un detalle fundamental que justifica que ahora me sienta arrebatadoramente sexy y atractivo en lugar de sentirme solo sexy y atractivo. Mi pelo. Sí, amable lectora y amable lector. Ayer me corté el pelo. Quizá mi corte de pelo es el causante de la parte arrebatadora. Creo que ya no necesito psiquiatra, no es un problema mental, sino de la corteza craneal.

4) La fuerza de la música me devuelve a la realidad. Me olvido de mi cuerpo seductor y dejo que sea la melodía quien me seduzca a mí.

5) Empiezo a remenearme y me siento chica. Querida lectora y querido lector de estos relatos. No es que me sienta chica por remenearme en zumba, no. No es eso; sería un cavernícola más si pensara así. Me siento chica porque aquí, en clase de zumba, la monitora se dirige a nosotras como “chicas”. Por eso me siento chica y no me importa. Es más, he añadido un “nosotras” de mi propia cosecha hace dos frases.

6) En uno de los movimientos hay que levantar mucho el codo derecho. Luego el izquierdo. Luego el derecho. Luego…

-¡Joooooodeeeeeeeeeeer! ¡Me cago en la puta, jodeeer!

La gente me mira, pero sigue bailando. Mi grito ha sido más profundo que potente. ¡El puto bíceps! ¡Me he jodido el bíceps! O el tríceps, no sé. O ambos. El codo ha tirado de todo mi brazo y el desgarro ha sido bestial.

7) Sigo danzando, pero con el brazo izquierdo pegado al cuerpo. Me viene a la mente la imagen del puto musculitos de los cojones que estaba levantando pesas. Se me ocurre que debería meterme con él en el gimnasio para coger algo de musculatura.

8) Me concentro en la música para olvidar las molestias. Mi cabeza hace una regresión a este mediodía y sonrío. Este mediodía fui a Decathlon. Decathlon es una tienda de deportes que se llama Decathlon. En Decathlon puedes comprar ropa para deportes y también para zumba. En esa tienda me compré un par de sudaderas, camisetas, leotardos y una mochila para llevar las cosas a la ciudad deportiva. Si alguna vez te apuntas en zumba, querido lector, no dudes en ir a esa tienda de deportes que se llama Decathlon. Por cierto, ¿se imaginan a la mejor dependienta de todo Decathlon? Pues justo esa me tocó a mí. Gracias a ella y a sus precisas indicaciones pude hacerme con un surtido variado para mis clases de zumba. En el primer mensaje de esta publicación pongo foto de mi compra. No me hago la foto con la ropa puesta porque me he prometido renunciar a tanta foto y tanto vídeo.

9) De repente me entra un bajón físico irrecuperable. Llevo dos noches seguidas sin dormir por culpa de estar participando en las Jornadas de Puertas Abiertas dirigidas a alumnos de bachillerato. Y eso que… A ver cómo lo explico. Los profes que organizamos estas jornadas tomamos la decisión de que sean los alumnos de nuestra facultad lo que lleven el peso de la conversación. O sea, que hablen los alumnos universitarios a los alumnos de bachillerato. ¿Por qué? Porque así nosotros no tenemos que prepararnos las ponencias. Nuestros alumnos tienen más tiempo, ya que este mes no tienen clase. Solo tienen exámenes. Exámenes de asignaturas tales como alemán y similares. Nosotros, los profes, estamos más liados. Al menos yo, que, aparte de participar en estas charlas, tengo que sacar tiempo para ir a Decathlon y a zumba.

10) A pesar del bajón, me miro al espejo, me siento arrebatador, hago un esfuerzo sobrehumano y logro llegar al final de la sesión. Y sonrío. Sonrío mucho. También aplaudo, porque al final de zumba hay que aplaudir.

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